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UNESCO. Imagen tomada del documento Programa de estudio África-América Latina
. 1964
Durante el periodo de esclavitud y periodos posteriores hasta 1900, fue muy común en Cuba describir a las poblaciones Negras por su origen tribal africano organizado según sus diferentes marcas faciales y corporales.
Cada grupo tribal llevaba sus marcas según la herencia africana y a partir de ello fueron definiendo sus propias marcas dentro de la misma nación, de ahí que dentro de un conjunto de tribus se tenía la marca nacional mezclada con la marca tribal.
Esta práctica, que cobró auge en la época del tráfico negrero, formó parte del patrón cultural de muchos pueblos africanos que, acosados por mercaderes de esclavos, la adoptaron para identificarse entre sí, independientemente de sus marcas rituales de iniciación o de las iniciaciones realizadas con propósitos de adorno personal.
La lectura de los partes oficiales del gobierno colonial, comunicándolas fugas de los esclavos africanos, y los numerosos avisos insertados en la prensa diaria por los amos prófugos, nos permiten conocer algunas marcas tribales ostentadas por los esclavos ubicados en Cuba. Por supuesto, las marcas a que nos referimos sólo eran generalmente, lucidas por los nacidos en África, pues para el esclavo criollo esta costumbre prácticamente nunca existió.
El arte de la escarificación facial y corporal se transmitía de padres a hijos en los territorios de origen africano víctima del comercio esclavista. Las marcas como hemos señalado indicaban, el origen étnico, la filiación tribal, la celebración de ritos de iniciación[1]. A estas marcas hay que añadir aquellas de carácter mágico-medicinal que tenían por objeto librar de ciertas enfermedades y alejar a la muerte, como conocemos la practican ciertos grupos de origen yoruba.
El esclavo criollo no estaba compelido a continuar la práctica de la costumbre de las especificaciones rituales que hemos mencionado antes, ya que la misma perdió, con el traslado de América, su razón de ser y su significación, al romperse los vínculos tribales y familiares y verse interrumpidos abruptamente los ritos que ligaban al individuo a la posición colectiva de la tierra de sus antepasados. Ello incidía sobre la destribalización del negro criollo, su desafricanización interna, y por consiguiente, su incorporación a patrones de vida impuestos por los esclavistas en el escenario isleño.
Entre los africanos asentados en Cuba, principalmente los aquí denominados congos, carabalí y lucumí, pudo observarse práctica común de rayarse las mejillas, aunque con variado diseño de ahí que la expresión popular: “la cara rayada como lucumí”, no correspondía siempre exactamente ala realidad distintiva, característica de cada grupo. Tampoco parece haber sido una práctica exclusiva de los carabalí el limado de los dientes, haciéndolos terminar en punta y que dio origen a la frase: ¡Carabalí come gente! Esta mutilación dental se encuentra en África en una vasta zona “que atraviesa el continente Este a Oeste, desde las costas de Mozambique hasta el golfo de guinea, y desde el Sur del Sahara hasta la Cuenca del Zambeze”[2]
Marcas Tribales de esclavos africanos prófugos.
Pocas informaciones encontramos en las obras que tratan sobre la esclavitud en Cuba, acerca de las marcas tribales; aunque en algunas referencias como la siguiente: “tiene marcada la frente hasta las sienes al parecer con un hierro candente” (briches)[3]; pero son los periódicos de la época a través de la interminable relación de esclavos fugitivos, los que nos ofrece una mayor información, aunque en ocasiones no coincida la procedencia geográfica indicada con la realidad etnográfica, lo que sucedía muchas veces.
“… por la ignorancia de la geografía y la etnografía africanas del interior, cosa nada de extrañar en los dos primeros tercios del siglo pasado cuando los descubrimientos y exploraciones de aquel continente no habían alcanzado el desarrollo que lograran después”[4]
La prensa periódica, principalmente el
Diario de la Habana en el tiempo comprendido entre 1821 y 1834, ofrece frecuentes descripciones de marcas tribales atribuidas a denominaciones etnográficas correspondientes a “naciones” que aportaron los mayores continentes de esclavos en Cuba, fundamentalmente
congos, lucumí y carabalí.
[1] Eve de Negri. Tribal Marks. Nigeria Magazine. Nº 81. Lagos, junio, 1964.
[2] A.C. Haddon. Las razas humanas y su distribución. Instituto Gallach Barcelona, 1962.
[3]Fernando Ortiz. Los Afrocubanos dientimellados. Archivo del Floklore Cubano, Nº 1 Habana, enero-marzo, 1929.
[4]Fernando Ortiz. Los negros Esclavos. Habana, 1916.